Esta semana, por varias razones, me han llegado recuerdos de cuento tomaba ansiolíticos. Primero, un amigo hace música con un grupo y la verdad, muchas de sus canciones hablan sobre drogas legales:
También, la mamá de mi novio está tomando el ansiolítico que a mí más me ayudó: escitalopram y cuando le dije que sabía lo que era creo que se sorprendió (aunque ya le había contado que tomé por mucho tiempo).
La verdad es que hace más de dos años que dejé de tomar ansiolíticos pero a veces me da miedito decir que sí los extraño. Es complicado explicarle a alguien que aunque intentes a veces no puedes mantener el control de sus pensamientos y emociones, así que aunque no quiero sonar drogadicta… si los extraño. Extraño la calma, la ausencia de ruido en mi cabeza, el descanso de no estar siempre en alerta.
Para los que nunca han tomado ansiolíticos (y no tienen ansiedad) intento explicarles como se siente: imaginen que hay un ruido de fondo constante, pero tan integrado en su vida que casi ni lo notan (tipo un refrigerador que suena mucho). Luego, un día, desaparece. Y se siente como un gran alivio que ni siquiera sabías que necesitabas.
Cuando los empecé a tomar, me acuerdo que lo primero que pensé fue: ah claro, la gente vive así, en paz y tranquilidad y por eso no parece que se están volviendo locas como yo todo el tiempo… pero luego pensé: ¿de verdad será esto lo normal?
The School of Life plantea que la mente humana no está hecha para la tranquilidad porque, evolutivamente, hemos sido diseñados para la supervivencia más que para la felicidad o la paz mental. Desde tiempos prehistóricos, nuestra mente ha estado en un estado constante de alerta, identificando amenazas, resolviendo problemas y anticipando peligros. Aunque hoy en día ya no enfrentamos depredadores en la sabana, nuestra mente sigue funcionando con el mismo mecanismo: busca problemas donde no los hay, se obsesiona con lo que podría salir mal y rara vez se conforma con el presente.
Esto explica por qué, incluso cuando todo en nuestra vida parece estar en orden, seguimos sintiendo ansiedad, insatisfacción o inquietud. Nuestra mente no se apaga, siempre está analizando, comparando, recordando errores o planeando el futuro. La tranquilidad, lejos de ser nuestro estado natural, es algo que debemos aprender y practicar conscientemente.
The School of Life sugiere que en lugar de luchar contra este rasgo innato, deberíamos aceptarlo y encontrar estrategias para convivir con él. Esto puede implicar actividades como la meditación, la escritura reflexiva o incluso la apreciación consciente de la incertidumbre.
Por eso, en algún momento, como buena entusiasta del cambio, decidí que era hora de parar y los dejé… porque entendí que la clave no está en eliminar la inquietud, sino en entenderla y aprender a navegarla sin que nos abrume y me va más o menos bien, pero tengo un par de semenas en los que no he ha ido tan bien y creo que por eso ahora los extraño.
Entonces, no los tomo hoy. Pero si un día vuelvo a tomarlos, lo haré sin culpa y lo disfrutaré.
PD. Por cierto, ahora tomo azafrán que tiene bastante fundamento científico explicando que es casi igual que un antidepresivo.
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◡̈
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Hay 2 cosas en la vida que son seguras: la muerte y tener un crush. Esto es algo que en mi opinión, es muy subestimado: da alegría, es gratis, siempre te hace sentir mejor, y creo que es subestimado porque mucha gente lo asocia con un enamoramiento ciego de niña adolescente.
Este post no habla del amor este post va de querer, y no querer de amar o de cariño, sino de desear o apetecer. ¿Por qué queremos cosas que no podemos tener? ¿Por qué aunque no queremos ciertas cosas, igual no queremos que otros las tengan? y la más importante… ¿por qué deseamos tanto algo y cuando lo tenemos ya pierde emoción?
Muchas veces me he hecho la pregunta: realmente ¿qué es el amor? y creo que después de los 30 el amor es algo diferente a lo que pensábamos, a lo que nos enseña Hollywood y muy muy diferente de lo que tenemos normalmente como referencia.
No será que todos necesitamos escitalopram?
Yo también tomé escitalopram, no los extraño! Ya te contaré. Abrazooos